miércoles, 3 de octubre de 2012

Por Amor A La Vida


Recuerdo que yo caminaba un poco a la derecha de mi sombra
y tal vez un poco a la izquierda de Dios, o al revés
es difícil establecer donde está el cuerpo
cuando el alma remonta sueños tan intangibles
y serenos como un atardecer invernal.

Recuerdo que mi madre o la madre universal e innumerable
del niño que cada tanto nos habita
amasaba un puñado de costumbres para mi
y llenaba de sabiduría la elocuente y gimiente olla familiar
que emanaba aromas y sabores que aun guarda mi memoria.

No hay cultura posible en este mundo
si hay un niño con hambre
si hay una sola vida prisionera del hambre
si callamos cobardes cuando de otro es el hambre
si cegamos los ojos, si guardamos las manos
qué haremos con el tiempo? y qué con el futuro?
si negamos al niño su dignidad de humano
muchas veces los veo humillados y heridos
recorriendo mis calles por un sucio centavo
mientras los diarios hablan del mercado ascendente
la justicia castiga lo que ha promocionado
también se halló la cura de la peste inducida
el virus y antivirus son dos duendes bizarros
la rauda moraleja con sus hijos de plástico, nos reza
que tienes titular, si es que puedes pagarlo.

Recuerdo que yo caminaba un poco a la derecha de mi sombra
pero se me hace que tanta ambición desmedida me ha corrido el sol
tengo miedo de estar a oscuras y no darme cuenta
que la esperanza haya bajado los brazos, que la lucha se duerma
y que de tanto cantar en vano se hayan callado los gallos de mi alma.

Dios quiera que el sol vuelva a mostrarme mi sombra
y ya no haya hambre en el mundo, ni guerras
ni genocidios pacíficos, ni destructores de la naturaleza
que todo mi sur, mi corazón de sur, mi cielo sur adentro
sea un eterno canto de amor a la vida.

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