Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Mencionar solo una es como decir
ambas
así se complementan la miseria y
el oro
aún cuando se mezclan la brújula y
el tiempo
aún cuando la imagen que devuelve
el espejo
tiene forma de cerco y de gaviota
baleada.
Hay dos atrocidades, exilio e
ignorancia
al menos cuatro verbos que son
mala palabra
una soga en el cuello del obrero
que quién sabe qué imbécil la
mantiene estirada.
El
inconsciente avala los malos pensamientos
y a veces la conciencia no se
calla
todos tienen la culpa pero nadie es culpable
pues, nadie enciende la fragua
que apagó la tristeza con sus
gotas heladas
y el totalitarismo es la patraña
que si el viento no sopla estamos
en la ruina
y la ruina es el templo de la
desesperanza.
Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Me invaden como siempre
un enjambre de versos que me
abrazan el alma
allí donde no caben ni prisas ni
temblores
y tras la noche oscura viene el
alba
la frágil melodía de las aves en
vuelo
el sol sobre el camino
el orden y el desorden sin
distancia
la plegaria templando su
instrumento
un nudo en mi garganta y tu
mirada.
Todo tiene sentido todo y nada
que se tiñen de azul como las
llamas
del corazón del niño que me abarca
cuando el cielo se acuesta en los
trigales
para acercarse más a la esperanza.
Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Que esclavizan los signos de la
vida
inventan necedades y desgracias
complotando muralla y genocidios
sembrando la pobreza de los
pueblos
y defendiendo el árbol con un
hacha.
Me siento prisionero de este
incendio
eterno trovador de voz quebrada
torre de arena y grito enardecido
río que está quieto mientras sus
aguas viajan.
Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Cuando la madreselva florece por
las noches
hasta la controversia que ayer me
contenía
libre sobre el capullo, me parece
bizarra
en este siglo niño
cuando más parecidos son los autos
a la balas
y la velocidad ganó las masas
el consumismo aturde hasta las
lagrimas
el plástico derrama sobre el
hombre cautivo
su estiércol y sus máquinas
y nosotros apenas resistimos la
farsa.
Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Paridas por el norte, lobo
que a luz de luna se agazapa
engordar el ganado es la consigna
faena del mañana.
Todo y nada parecen dos palabras
hermanas.
Entre la muchedumbre
palpándose los pechos y las nalgas
golpeando las mejillas de los
muertos
que la vida reclama.
Todo tiene sentido todo y nada
hostias, mitos, metrallas
yo sigo caminando con mi estrella
y mi cruz deshilachada
y persisto creyendo que la vida
es placentero viaje hacia la
muerte
un loco laberinto donde todo es
posible
donde cosas y seres se confunden
se atraviesan el ego y las
entrañas
donde las mismas bestias
se lamen las heridas y se aman.
Somos apenas todo y a la vez somos
nada
un basto territorio o una simple
nostalgia
somos esa vertiente de sangre
enamorada
la existencia discurre como el
agua
alimentando el sueño
que extraviado en la escena sube y
baja
preludio de misterio y de madera
incertidumbre ajena sin cortejo
leche de madre herida y sedentaria
capricho que en silencio me
sostiene y halaga
profundidad, coraza y testamento
altar del corazón que ama y revive
como revive el sol cada mañana
aún en la esclavitud que estoy
viviendo
para seguir así con esta tinta
ensuciando el papel que se
entusiasma
pues, porque plasmo en él mis
pensamientos
que pretenden entrar como una daga
en la memoria de los convivientes
apostando al color de la poesía
toda mi humanidad y mis parábolas
tan solo por creer con argumentos
que no hay mayor libertad que la
locura
ni cárcel más atroz que la
conciencia
ni certeza más pura que la duda
ni sangre más espesa que esta
sangre
cauce de amor que llega al mar de
tantas vidas
ecos de incertidumbre de este
mundo, donde
Todo y nada parecen dos palabras hermanas.